lunes, 1 de mayo de 2017

Cádiz, playa y tierra de sal


 
La provincia de Cádiz es playa y  tierra de Sal y Salero, de grandes salinas y montones de sal de la Bahía, pero también de salina perdidas de sierras y campiñas repletas de pueblos blancos de cal y sal.

A nadie extraña que Cádiz sea playa de sal y salinas que inspiran fantasías de ninfas y musas de carnaval y poesía. Desde el Puerto de Santa María hasta San Fernando y Chiclana, pasando por Puerto Real, el mar salado es fuente de sal y oficio de salineros de la Bahía. Sin embargo, hablar de salinas tierra adentro es cosa de otro cantar, y no precisamente por alegrías.

Más allá de esteros y salinas del litoral gaditano, lo blanco y lo salado se extiende por toda la provincia remontando cursos de agua salada, o de charca en charca de laguna y humedal. Blanca es la harina y la miga del pan de la Campiña como blanca era la sal y las salinas de Arcos, Espera o Jerez. Blanca es también la nieve y la leche de las Sierras de Cádiz como blanca era la sal y la salinas de El Bosque, Puerto Serrano o Villamartín.

Salinas como las del Cortijo de la Rosas de Santa Ana en Villamartín estuvieron produciendo y abasteciendo de sal la comarca hasta finales del siglo pasado. Como la de Villamartín, las Salinas de Arcos, Espera, Jerez, Prado del Rey e incluso la Fábrica Real de Hortales en El Bosque fueron perdiendo mercado hasta desaparecer por completo la actividad salinera.

La sal de estas salinas fue sustituida por otras de tipo industrial procedente de las salinas tradicionales del litoral reconvertidas y en manos de grandes empresas, o de las minas de sal del norte de la Península y el Centro de Europa.

Con el abandono de estas salinas, las sierra y las campiñas de Cádiz, perdieronn parte de su cultura alimentaria, sabores y saberes propios de sal, salinas y salineros que desde ANDASAL reivindicamos como elementos singulares del patrimonio salinero de Andalucía.

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